Colores
Universal Music
19/Mar/2020
"Muchos colores, pocos sabores, nada de sustancia"
No cabe duda que la trayectoria de J Balvin ha sido catalizador ante ojos internacionales para definir el término "urbano latino". Si bien megaéxitos como "Despacito", "Shaky Shaky" y "La Bicicleta" llegaron a tomar el lugar de canciones como "Hotel Room Service" o "Vivir Mi Vida", no fue hasta 2017 cuando Tainy y Sky tomaron el timón del barco y se colocaron como líderes pioneros gracias a su nueva escuela urbana más "deconstruida" e inspirada por ritmos internacionales y lo sembraron en todo el álbum Vibras, cuando por fin, el género gozó de un reconocimiento masivo por parte de la crítica interncaional. Por fin se había logrado el appeal universal que DJ Luian o Ray "El Ingeniero" habían batallado por conseguir en sus respectivos cuarteles. Ahí es donde yace el arma secreta que Vibras usó para consolidar el género "urbano latino" en el mundo: es reaggaetón que no suena a reggaetón, un protyecto que se atreve a ir por más y encontrar nuevos rincones sonoros para reventar las pistas de clubes nocturnos y festivales fuera de la geografía latinoamericana.
Se siente muy lejano ese 2018 dominado por la avanzada latina, las baladas cursis y el trap más simple, según Billboard. Los artistas "urbanos" han aprendido a derivar su estilo hacía lugares tan inesperados como el reggae (caso de Farruko) pero también obvios como el Trap Rap o el Pop Rap, donde se han permitido mayores libertades creativas y les ha presentado mejores resultados vistos por encima (claro ejemplo es el YHLQMDLG de Bad Bunny). Por su parte, José Álvaro Osorio Balvín se ha mantenido activo dando shows en vivo, de calidad inesperadamente grande y probando suerte como artista invitado de Rosalía, Major Lazer, Black Eyed Peas, Sean Paul y hasta Liam Payne, revelándose como un camaléon del flow pero también como un artista incapaz de salir de la zona de confort cuando se trata de material firmado bajo su único nombre. De cierto porque también, OASIS, el miniálbum colaborativo que hizo junto a Bad Bunny, es un compendio satisfactorio y fugaz de Latin Trap y Reggaetón estándar que fácil se escucha y fácil podemos dejar a un lado. Y así, Colores, su nuevo álbum recién lanzado mediante Universal Music, también lo es.
De cierta manera sorprende que J Balvin lance al mercado un trabajo de calidad estándar tomando en cuenta que su compañero más inmediato, Bad Bunny, recién lanzó uno propio lleno de momentos memorables que nos hacen olvidar las canciones de relleno, mientras que su productor más visionario, Tainy, esté preparando música con superestrellas anglosajonas en un nuevo intento de hacer del dembow un lenguaje internacional, por no decir que es el gran ausente de Colores, con Sky siendo el crédito más constante.
El factor más interesante del compendio tiene que ser su concepto; el propio Balvin ha declarado que hacer canciones a partir de los colores sería impractico, por lo que se tomaron las 10 mejores de sus sesiones más recientes y les acuñaron un color dependiendo de la vibra que les daba a los presentes en el estudio. En el apartado visual, el legendario Takashi Murakami ha dado forma al universo animado de Colores. Partiendo de aquí, hay demasiada razón al decir que comparar cada canción del disco es como comparar colores tan distintos como verde y rosa; se mantiene la presencia imponente de Balvin sobre canciones hechas por productores distintos de todo el mundo y hasta ahora suena como un trabajo ambicioso, listo para romper charts, pistas de baile y volar las cabezas de todos, pero al presionar el botón de play todo este teatro se cae.
Y es que Colores tiene cada componente bien cuidado y refinado, menos la música. Los 3 sencillos de promoción previos a su lanzamiento pueden ser comprendidos como un hit or miss con todas la de la ley; mientras "Blanco" se decanta por los bajos minimalistas y fraseo esporádico, "Rojo" es el hit de reggaetón sentimental estándar y "Amarillo" la carta de amor de su autor para sí mismo. Quienes gustan del Balvin que se arriesga a proponer ideas nuevas y rompedoras para el género, se irán por "Blanco" en automático, mientras que las otras dos canciones son un hit de clubes nocturnos y fiestas comunes, con un valor de replay infinitamente superior. Y no estamos hablando de que hay canciones para todos los gustos, sino que a final de cuentas son víctimas de su propia banalidad. "Negro" es el típico super hit que le daría pena ajena de traducir a cualquier fan angloparlante, el coro llega dentro del primer minuto y su flow es monótono, resulta cansina de escuchar después de 3 veces o 4; "Morado" también e incluso "Rosa", por mucho que sea lo más cercano a una "balada romántica" que tenemos aquí.
Es comprensible hasta cierto punto que un álbum sea derivativo, que se exploren distintos rincones de un sonido específico, una manera de hacer música o de estructurarlo, pero cuando las canciones por sí solas son derivativas y repetitivas, una tras otra, nos enfrentamos a una situación de que podemos ir quitando cada canción después de 90 segundos hasta terminarlo y decir sin pena que ya lo escuchamos por completo. Rara vez hay un beat tan único o coro con la suficiente fuerza para decir "ok, puedo escucharlo durante 3 minutos por gusto", como gran ejemplo está "Gris", con el método de poner dos notas de guitarra como melodía del beat como un reto a cuánto puedes soportar el mismo rasgueo antes de cansarte -movimiento digno de Ozuna en su época de Odisea- sumado a que, las letras no ayudan en absoluto.
Si acaso "Azul", "Rojo", "Morado" y "Arcoíris" pasan esta prueba, no es coincidencia cuando volteamos a ver los créditos y vemos la visión de nuevos talentos internacionales como Taiko, Michael Brun y Mr Eazi aplicada al género; trayendo de nuevo la fórmula ganadora de Vibras y (al parecer) el único método con el que Balvin puede lograr resaltar entre una escena ya saturada en oferta.
A final de cuentas, este viaje casi no sabe a nada, el hecho de que no alcanzara la media hora de reproducción afecta en esto, ya que solo en tiempo y efecto, lo que genera al final es un sinsabor de casi nulo impacto. No hay un espectro definido que venga a la cabeza cuando pregunten por el álbum a futuro, sólo un par de canciones que lo componen. Colores tiene el mismo nivel de calidad que una playlist genérica de reaggetón, pero ésta una playlist demasiado corta como para saborearla. Una lástima porque Balvin, teniendo el poder de consagrar al género como una corriente trascendental para la música y no como una moda a la que se le siguen poniendo bastantes "pero's", parece que en la ambición de hacer un álbum con una gran idea y ambición como punto de partida, ha terminado más bien en una ocurrencia vacía de la gran calidad que él mismo ha llegado a imponer en muchas cosas pasadas.
48%
01. Amarillo
02. Azul
03. Rojo
04. Rosa
05. Morado
06. Verde
07. Negro
08. Gris
09. Arcoíris
10. Blanco
Por: Sebastián López Seguir a @sebas_0132
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