Folklore
Republic Records
24/Jul/2020
"Rústico pero citadino"
El periodo de cuarentena que ha caracterizado este 2020 ha sido visto de distintas maneras por los músicos del mundo, quienes ahora se ven recluidos sin hacer giras mundiales ni de prensa o showcases que les conecten con su público. Yannis Philippakis de Foals lo ha tomado como tiempo de reflexión; bandas como Cloud Nothings, White Denim o Chromeo lo han aprovechado para escribir y grabar nuevo material a distancia, James Blake por su parte ha tomado su piano y transmite sesiones en vivo con covers inesperados, mientras que para Taylor Swift representó una oportunidad de replantear su música y aptitudes apenas a un año de haber lanzado Lover.
No es de extrañarse que, luego de lanzar consecutivamente sus dos placas más cuestionables (Reputation y Lover), la cantante de Pensilvania buscara nuevos horizontes y maneras de ejecutar su voz, por lo que contactó a Aaron Dessner, compositor y guitarrista de The National, para pedirle consejos sobre sus demos, lo que consecuentemente se volvió una tormenta de ideas, debates sobre las letras y, finalmente, el concepto para un nuevo álbum que produciría el mismo Dessner. Todo el proceso se llevó a cabo prácticamente en secreto e incluso, tanto lanzamiento como anuncio del disco fueron sorpresa mundial. Simplemente no hubo tiempo para procesar la noticia.
Y es que nuestro primer acercamiento a Folklore es la portada, digna representante de artistas pertenecientes a Sacred Bones Records o fotógrafos precenciosos de Instagram, pero la verdad es un reflejo fiel de su contenido: Swift rodeada de un gran pasaje silvestre, diminuta en cuando a su alrededor, en un aura solemne, llena de espacio. Podemos definir a Folklore como el trabajo más rústico que Taylor Swift nos ha entregado desde Fearless o Red, pero ni siquiera su etapa como diva del Country popero podría compararse con la nueva apariencia "rural" que alcanzó durante 2020. Y es que Folklore toma el riesgo necesario de ser un proyecto más centrado en las introspecciones que puede generar; comenzando necesariamente por las sonoras.
Tomemos en cuanta que 2/3 de Folklore han sido producidos, escritos y compuestos junto a Aaron Dessner, mientras que los arreglos orquestales corrieron a cargo de su hermano, Bryce Dessner, por lo que no nos sorprende tener flashbacks al sonido más luminoso pero discreto de álbumes como I Am Easy to Find o Trouble Will Find Me (de The National), donde líneas de piano coexisten junto a una batería casi fantasmal y arreglos profundos en donde todo se trata de progresión. "the 1" y "mad woman" son canciones cuyo avance no se siente gracias al tratamiento maduro y discreto de sus instrumentos, no se "inundan" de sonido ni ofrecen despegues estrafalarios, sino un espacio para el desenvolvimiento emocional.
Así, hay un sentido de solemnidad durante toda la primera mitad propuesta por el minimalismo y tempos pacíficos de canciones como "seven". Y es que el secreto de Folklore para funcionar con melodías y estructuras convencionales de Pop es su constante ejercicio de armonías; "cardigan" es el ejemplo definitivo de cómo conviven perfectamente 5 líneas instrumentales distintas a través de su complementación, algo similar al método de Radiohead en A Moon Shaped Pool o In Rainbows, en esa misma línea "The Last Great American Dynasty" es donde Taylor parece querer levantar el vuelo para firmar un hit Pop como en el año 2014, pero realmente equilibra bien lo delicado de una percusión electrónica, piano y arreglos de ensueño con una de sus letras más finas encontrando paralelismos entre ella y Rebekah Harkness, que además vivió en una de propiedad que Taylor compró en 2015.
No es coincidencia que este álbum sea cerebral y opte fácilmente por los drum machines, puesto que Dessner estaba ensayando canciones para su próximo álbum como Big Red Machine junto a Justin Vernon al momento que fue reclutado para Folklore; y precisamente de ahí se explica la participación de Bon Iver en la espectacular "exile".
Por otra parte, Swift había compuesto previamente un puñado de canciones junto a Jack Antonoff que tuvieron un lugar en este compendio, con resultados mixtos. De buenas a primeras, la mancuerna lograda entre el estilo metódico de Aaron Dessner y el preciosismo constante de Jack Antonoff son complementarios también: "mirrorball" o "this is me trying" son bocanadas de aire fresco provistas por el productor de Melodrama, pero también son los cortes menos distintivos en todo el tracklist, esto porque "my tears ricochet" y "betty" parecen referencias u homenajes descarados a Lorde y Bob Dylan respectivamente. No chocan con el sonido general, pero tampoco se alinean por completo con la convención ya creada durante la primera media hora que fue compuesta junto a los hermanos Dessner.
No obstante, el -digamos- tejido que termina de unir todo es la misma Taylor Swift, quien refinó su capacidad como letrista para ofrecer muchos de los mejores versos de su carrera a lo largo de este LP. Apostando por la complejidad estilística y narrativa lineal es como construye personajes para cada canción que puede definir con un par de frases directas y profundas: "my tears ricochet" habla sobre una persona indeseable asistiendo a un funeral desde el punto de vista del occiso, pero también se puede interpretar como ella hablándole a los ejecutivos en quienes confió ciegamente y le traicionaron. Por su parte, "peace" habla sencillamente sobre la madurez en las relaciones afectivas. Pareciera que, por primera vez en mucho tiempo, tenemos a una Taylor Swift con perspectiva y sabiduría, que por fin apuesta por hacer de su música una experiencia que pueda ir más allá de los cuatro minutos que podría durar una canción.
"epiphany" sirve como reflejo del estado musical en que se encuentra Taylor Swift, una tormenta cinemática y amplia de arreglos que alcanza un estado de gracia puro conforme avanza su narrativa cruda y progresión caótica pero calmada, un momento inesperado que no creeríamos fuera incluido en un álbum de talla comercial. Y aún cuando los astros se alinearon a favor de la música, no se pierden las malas costumbres que definen los lanzamientos de álbumes masivos en 2020, como el tener que apostar por coros demasiado redundantes para hacer una canción pegajosa o el poco dinamismo vocal de Swift para que no pierda su identidad y se sienta que una persona distinta está cantando. Sin embargo, el problema más grande es el tiempo de duración; hacer un álbum tan extenso como lo son 16 canciones y 63 minutos con tan pocas variantes le hacen sentirse monótono. Obviamente para quienes son más devotos a la artista, que a la música en general, tendrán todo el tiempo disponible para escuchar este disco cuantas veces sea necesario, para los contrarios, es muy poco probable que la segunda mitad pase la prueba del tiempo fuera de posibles singles o apariciones en algún soundtrack, parece más bien el viejo truco de generar el mayor número de streams ahora que está en tendencia, pero nadie podría negar que recortando 4 o 5 canciones, nos dejaría un trabajo mucho más redondo y cohesivo.
Ante la duda de si es una nueva etapa de madurez en la carrera de Taylor Swift o si es un paso en falso, la única opción que nos queda es aferrarnos al hecho inamovible de que Folklore es un álbum sorprendente, bien cuidado y bien arreglado, que cuenta con el personal adecuado en el momento indicado para darnos el mejor álbum de Taylor Swift hasta ahora. Sería material indiscutible para lo mejor, de entre lo mejor del año, de no ser porque llevamos una década escuchando el sonido que tiene; no por artistas con este nivel de popularidad, pero ha habido registro de incursiones aún mejor logradas. Así que también quedamos a la espera de una posible actualización por parte de su autora, porque como cambio de dirección, es uno muy bueno y no dudamos que de Taylor Swift puede venir algo en esta misma línea, pero aún mejor.
Por: Sebastián López Seguir a @sebas_0132
Por otra parte, Swift había compuesto previamente un puñado de canciones junto a Jack Antonoff que tuvieron un lugar en este compendio, con resultados mixtos. De buenas a primeras, la mancuerna lograda entre el estilo metódico de Aaron Dessner y el preciosismo constante de Jack Antonoff son complementarios también: "mirrorball" o "this is me trying" son bocanadas de aire fresco provistas por el productor de Melodrama, pero también son los cortes menos distintivos en todo el tracklist, esto porque "my tears ricochet" y "betty" parecen referencias u homenajes descarados a Lorde y Bob Dylan respectivamente. No chocan con el sonido general, pero tampoco se alinean por completo con la convención ya creada durante la primera media hora que fue compuesta junto a los hermanos Dessner.
No obstante, el -digamos- tejido que termina de unir todo es la misma Taylor Swift, quien refinó su capacidad como letrista para ofrecer muchos de los mejores versos de su carrera a lo largo de este LP. Apostando por la complejidad estilística y narrativa lineal es como construye personajes para cada canción que puede definir con un par de frases directas y profundas: "my tears ricochet" habla sobre una persona indeseable asistiendo a un funeral desde el punto de vista del occiso, pero también se puede interpretar como ella hablándole a los ejecutivos en quienes confió ciegamente y le traicionaron. Por su parte, "peace" habla sencillamente sobre la madurez en las relaciones afectivas. Pareciera que, por primera vez en mucho tiempo, tenemos a una Taylor Swift con perspectiva y sabiduría, que por fin apuesta por hacer de su música una experiencia que pueda ir más allá de los cuatro minutos que podría durar una canción.
"epiphany" sirve como reflejo del estado musical en que se encuentra Taylor Swift, una tormenta cinemática y amplia de arreglos que alcanza un estado de gracia puro conforme avanza su narrativa cruda y progresión caótica pero calmada, un momento inesperado que no creeríamos fuera incluido en un álbum de talla comercial. Y aún cuando los astros se alinearon a favor de la música, no se pierden las malas costumbres que definen los lanzamientos de álbumes masivos en 2020, como el tener que apostar por coros demasiado redundantes para hacer una canción pegajosa o el poco dinamismo vocal de Swift para que no pierda su identidad y se sienta que una persona distinta está cantando. Sin embargo, el problema más grande es el tiempo de duración; hacer un álbum tan extenso como lo son 16 canciones y 63 minutos con tan pocas variantes le hacen sentirse monótono. Obviamente para quienes son más devotos a la artista, que a la música en general, tendrán todo el tiempo disponible para escuchar este disco cuantas veces sea necesario, para los contrarios, es muy poco probable que la segunda mitad pase la prueba del tiempo fuera de posibles singles o apariciones en algún soundtrack, parece más bien el viejo truco de generar el mayor número de streams ahora que está en tendencia, pero nadie podría negar que recortando 4 o 5 canciones, nos dejaría un trabajo mucho más redondo y cohesivo.
Ante la duda de si es una nueva etapa de madurez en la carrera de Taylor Swift o si es un paso en falso, la única opción que nos queda es aferrarnos al hecho inamovible de que Folklore es un álbum sorprendente, bien cuidado y bien arreglado, que cuenta con el personal adecuado en el momento indicado para darnos el mejor álbum de Taylor Swift hasta ahora. Sería material indiscutible para lo mejor, de entre lo mejor del año, de no ser porque llevamos una década escuchando el sonido que tiene; no por artistas con este nivel de popularidad, pero ha habido registro de incursiones aún mejor logradas. Así que también quedamos a la espera de una posible actualización por parte de su autora, porque como cambio de dirección, es uno muy bueno y no dudamos que de Taylor Swift puede venir algo en esta misma línea, pero aún mejor.
80%
01. the 1
04. exile (featuring bon iver)
05. my tears ricochet
06. mirrorball
07. seven
08. august
08. this is me trying
10. illicit affairs
11. invisible string
12. mad woman
14. betty
15. peace
16. hoax
Por: Sebastián López Seguir a @sebas_0132
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